martes, 21 de agosto de 2012

"Café Destino".


En este café lo conocí,aquí me enamoré de él y aquí mismo lo encontré con la mujer por la que me dejó.El "Café Destino" siempre ha sido identificado como un lugar para gente triste,las mesas son pequeñas porque la mayoría de los clientes vienen solos,se quedan solos y no esperan a nadie.Es un lugar encerrado,casi no entra luz del exterior,se ilumina con velas y esa ambientación lo hace un lugar ideal para venir a lamentarse… y nada más.
Yo estaba recién divorciada, decepcionada y sin ganas de enamorarme otra vez.Fue entonces que él se acercó a esta mesa,justo donde estoy ahora."El amor mata", dijo.Lo miré y se sentó en mi mesa sin pedir permiso."Tarde o temprano,el amor se pone color café...",típica frase suya. Para él todo se pone color café. "La vida es difícil,sí,la vida es café.",así lo dice él.
Alejandro no era quizá el hombre más apuesto,sin embargo había algo en él que me volvía loca.Su cabello acarbonado y abultado enmarcaba su rostro cándido, que tenía la forma de un reloj.La redondez de sus mejillas quizá era lo que le daba a su aspecto cierta ternura, cierta dulzura… su cara despertaba en mi pecho los instintos más maternales que haya sentido jamás.
Fue en su rostro en donde yo comprendí lo que significaba el tiempo,en sus labios en donde yo conocí el frenesí y la pasión,en donde probé por primera vez la cereza y el chocolate, en donde supe al fin a qué sabía la sal.
Su nariz era ancha y cuando se miraba al espejo o le tomaban alguna fotografía inflaba las alas haciéndola lucir más amplia.Dicen que la nariz es la personalidad y creo que en este caso es cierto pues la nariz grande de Alejandro describe a la perfección su gran carácter.
Su cuerpo era escurrido, como una cascada que cae hacia el piso.Sus brazos delgados y largos se encargaban de atar mi cintura haciéndome sentir protegida.Su vientre era plano y suave, al lado de su ombligo se asomaba una cicatriz que delataba uno de los más fuertes dolores que ha sentido en su vida: apendicitis.
Sus piernas firmes y bien clavadas en el piso eran las líneas paralelas que se codeaban con el instrumento que tantas veces me llevó a la gloria.
No sé por qué me volví a enamorar,el caso es que con Alejandro viví momentos tan felices como nunca tuve en mi mediocre matrimonio.
Pero sí,es cierto,todo amor decae y se pone color café, como diría Alejandro,quien me fue dejando poco a poco. Tal vez se hartó de mí o no sé de qué otra manera podría explicar su abandono.Él quiso buscarse a otra y la encontró ahí mismo, en el deprimente Café Destino.
“Martha” se llama mi asesina,tengo el privilegio de saber quién me ha matado.Muchos muertos nunca se enteran de quién fue su verdugo.Pero ella creyó que podría robarme mi felicidad. Mírala ahí,tomada de su mano,mírala ahí, meneando su ancha cadera para provocarlo,mírala ahí, robándome todo lo que era mío, mírala… creyendo que no saldaremos cuentas.
 También voy a arrancarle del pescuezo la cabeza,voy a exprimir sus nuevas alegrías,a encargarme de torcer sus nuevos recuerdos y de asesinar la sonrisa que estrena.
¡Pobre!, cree que vivirá mucho a su lado,no sabe lo que yo pienso hacer con su armonía, no tiene idea de lo que le espera a esa ladrona.
Yo ya no podía volver a ese dolor que sólo se lamenta y se llora,preferí ser león antes que miserable cordero,opté por el odio y la venganza.Por eso me acerqué al Puerco… así le dicen,es un tipo asqueroso,gordo,barbudo,sucio,de brazos completamente tatuados y un olor a licor podrido digno de mis peores náuseas.
El Puerco se convirtió en mi hombre,en un camino directo a mi sanación… yo,una cicatriz de nuevo abierta,no me iba a conformar con herir a los que me hirieron,tenía que ser superior a ellos.
El Puerco es un asesino a sueldo.Cobraba mucho y tuve que endeudarme para pagarle y así me decidí a cobrar el dolor con muerte.Pero, ¿para qué?... ¿qué caso tenía matar a Alejandro?Un disparo y se acabó… tal vez él ni siquiera tendría la oportunidad de enterarse de nada,ni siquiera de que estaría siendo asesinado.No… me sentí más atraída con la idea de matar a Martha. ¿Por qué?... esa era la única manera de saber si Alejandro la amó más a ella de lo que me amó a mí.Sí, sólo en el funeral de esa mujer depresiva podría enterarme de algo así.
Una foto de ella,la mayor cantidad de información que me fuera posible proporcionar y una fuerte cantidad de dinero era todo lo que se necesitaba para que el Puerco hiciera su trabajo.
"Pero si está re chula la chamaca,¿por qué la quiere usté mandar allá con San Pedrito?",me cuestionó el Puerco.Yo sólo lo miré con desprecio y sin decir nada.Él sonrió y dejó asomar sus dientes casi pútridos entre sus barbas cebosas.Le entregué el dinero y apreté su antebrazo con mi mano,como queriendo decirle que por favor no fallara. Sí… en ese momento el Puerco era mi hombre.
En el funeral de Martha me escondí tras una cortina roja. Quería verlo a él más que a ella.Tuve que vestir de luto, cuando en realidad yo estaría de fiesta.Tuve que disfrazar mi alegría con un ridículo atuendo negro para no ser reconocida.
“Aquí estoy,mi amor”,tenía ganas de gritar,abrir mis brazos para que él descansara su cuerpo en el mío,prestarle mis hombros para que ahí cayeran sus lágrimas.Estaba destrozado,pero creí que cuando pasara el tiempo seguro recordaría que a quien amaba era a mí y no a ese cuerpo frío y pálido que estaba dentro de una caja.
“No llores,mi amor, aquí estoy yo”, me retorcía por decirle… pero él estaba muerto también… los había matado a ambos.
Alejandro no volvió.Lo esperé mucho tiempo.Creí que en mí buscaría el consuelo que necesitaba.Creí que se refugiaría en mi piel,en mis pechos desnudos,en mis piernas…en mí.Pero no lo hizo.Comencé a imaginarlo buscando a otra en el nefasto Café Destino.¿Y yo qué iba a hacer?...¿Esperar a que se enamorara de nuevo para volver a matar a su nueva “amante”?
Dentro de mí no logré aliviar nada con la muerte de Martha. Ni el dolor,ni el odio,ni las ganas de morir.Comencé a darme de cuenta de que mi infierno necesitaba de la muerte de él. Así fue que… acudí al Puerco otra vez.
 Decidí matar a Alejandro... a mí misma me sorprendía la idea,pero estaba decidida a hacerlo.Pensé en terminar con su vida porque sólo así podría convencerme de que él nunca existió;y sólo creyendo que sus labios,que sus besos,que sus caricias y su manera de hacerme el amor fueron producto de mi imaginación podría soportar una vida sin él.
No podía tolerar la idea de que él siguiera merodeando por ahí sin que sus brazos quisieran atarme,sin que su sonrisa me perteneciera,sin que sus besos fueran sólo míos y su tiempo de nadie más.
Me enloquecía imaginar que Alejandro no estuviera respirando mi aire,que sus caderas se escurrieran en otro cuerpo… si no lo mato terminaré por suicidarme,pensaba.
No fui a su funeral. Apenas me enteré de que no había casi nadie en él…estaba tan solo…tal vez por eso era así… tan necesitado de un cuerpo femenino que lo acompañase. Él…estaba muy solo y mi compañía no le bastó…porque yo siempre he sido sombría y gris…tal vez él no fue tan culpable…tal vez Martha no era tan asesina…tal vez era yo la que debía morir.
Me endeudé más,tanto que yo misma sabía bien que jamás podría pagar.De hecho,ni siquiera sería necesario atender esas deudas.
El Puerco me dijo que nunca había tenido un cliente tan frecuente y pagador como yo.Ay,Puerco,espero que algún día te maten a ti…te lo tienes muy bien merecido.
No le entregué foto de mi siguiente objetivo,ni le di información alguna,sólo le dije que le garantizaba que lo encontraría en el Café Destino en un día exacto,a una hora exacta.Ese mismo día le llamaría al celular para decirle cómo estaría vestido.
"Así no me gusta trabajar.",dijo él.Yo lo miré con mucha firmeza."No me vayas a fallar ahora,Puerquito,éste es el trabajo más importante de todos.Además,si me cumples,te daré la misma cantidad que te he dado por cada muertito y…no sé…tal vez hasta te haga unos favorcitos extras… como mujer, ya sabes… a mí se me hace que ya tienes miles de noches durmiendo solito."El Puerco soltó una carcajada."Ay,princesita,ya me emocionaste… claro que no te voy a fallar…así me cae que hasta me baño." Y volvió a carcajearse.
Saliendo de con el Puerco fui al salón de belleza y me pinté el cabello de rojo.Pasé días y noches enteras pensando mucho,recordando a Alejandro,imaginando que él estaba ahí conmigo y que me hacía el amor con la intensidad y la dulzura con que siempre me lo hizo.
Llegó el día.Me puse un saco azul y salí de mi casa.Ahora llamo al celular del Puerco."Cómo estás,mi preciosa,ya ando por ahí cerquita.Dime cómo es el venadito al que voy a acribillar."
"Es una mujer pelirroja y viste un saco azul,le dije,no falles,Puerquito,mátala… tírale a la cabeza y pélate",le dije.
"Yo no te voy a fallar,mamita,si ya te imagino en mi cama dándome las gracias por lo bien que te cumplo."
Colgué el teléfono…Aquí debo terminar mi relato,el Puerco no tarda en dispararme y sólo me falta decir que yo misma tracé mi destino,yo lo elegí,yo lo adorné y lo pinté color café.Ya…ya…¡ya!... suena balazo…¡suena!
Lorena Del Castillo.

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